lunes, 14 de marzo de 2011

mi experiencia

Esta semana todos mi compañeros y yo tenemos que hacer un comentario de nuestra experiencia en la performance del martes 8 de marzo aquel día en el que todos los alumnos del ies San Juan de Dios se reían pero después de ver la lengua trapera y a través de las explicaciones de nuestro profesor Miguel Roa que es el que hizo nuestra experiencia y ahora te comentare como fue mi experiencia.

Todo empezó un día en el que Miguel dijo en la clase de que teníamos que hacer un comentario sobre la vida de nuestros ante pasados y al martes siguiente después de ver visto los punto de aquel comentario miguel dijo que íbamos a hacer un teatro contando la vida de nuestros abuelos en los años de guerra. Aquel día después de salir de la clase pensamos casi toda la clase que este profesor estaba loco por lo que iba hacer, porque nosotros sabíamos que íbamos a pasar bastante vergüenza, día tras día se acercaba mas el día después de unos ensayos al profesor se le ocurrió otra idea, prefería hacer una performance que daríamos clases vestidos de nuestros pasados, hemos tenido que grabar un video hablando de nuestro abuelo de cómo vivían, el día antes de actuar estaba un poco nervioso que hasta el ese día dormí poquísimo , pero llego ese día, cuando yo llegue ya había compañeros en la clase medio vestidos yo empecé a reírme de los mismo nervios, pero cuando yo me vestí no sabía lo que hacer si reír o llorar porque me daba mucha vergüenza y encima miguel nos dijo a echarnos fotos la primera foto en las escaleras del tercero , el profesor nos dijo que debíamos respetar a todo el mundo y llamar a los profesores de usted y cada vez que llegaba un profesor nos teníamos que levantar hasta que el profesor dijera ( podéis sentaros). Ya que llego el recreo con nuestras navajas para cortar nuestros trozo de chorizo, hay si que me reía con mis compañeros y ya me solté ya estaba tranquilo, ya sabía que no se reían de mí los compañeros del instituto que se reían conmigo yo ya sabía que todo había pasado que estaba terminando.

Pero en este performance sé que he perdido mi vergüenza que si me digieran a vestirme ahora yo me vestiría otra vez porque sé que he ganado confianza en mis compañeros porque hemos aprendido como se vivían en los años de guerra en el colegio y se cómo se respetaban antes no como ahora hablamos a los profesores y todos ese vocabulario tan malo que tenemos.

Bueno hasta otro comentario y que si te dicen a hacer un teatro hazlo.

Para muestra un botón

Supongo que, respecto a este proyecto, pensaré como la mayoría de mis compañeros.
Al principio, cuando Miguel propuso este proyecto, todos a mis compañeros y a mí, nos entró un poco de pánico. Teníamos que hacer una especie de teatro, en el que contábamos en un minuto la vida de nuestros antepasados, o también podría ser una historia inventada. Lo peor era que nos teníamos que vestir como ellos. En ese mismo momento, mil preguntas sin respuesta se me vinieron a la cabeza. ¿De dónde iba a sacar la ropa? ¿Cómo iba yo a ser capaz de hablar vestida de anciana delante de un público? ¿Cómo o a quién se le ha ocurrido darle esta idea espantosa a Miguel?

Pasaban los días y yo no sabía de donde sacar la ropa, ya que mi abuela que vive en Medina no utiliza vestidos, sino pantalones, y en aquella época de la postguerra que íbamos a representar, las mujeres no llevaban  pantalones, y me daba cosa pedírsela a mi abuela que vive en San José del Valle, porque la pobre está muy mayor y pensé que la iba a molestar. Pero no tuve otro remedio, fui y se la pedí a mi abuela, y la verdad, que le hizo mucha ilusión, nunca se imaginó que yo, su nieta la más pequeña le iba a pedir un vestido suyo para ponérmelo aunque solo fuera para una obra de teatro.

Una de mis mil dudas se resolvieron, pude conseguir la ropa, pero aún quedaban muchas cuestiones….¿Cómo iba a actuar en público? Ese era mi mayor problema ahora.
Fuimos a los ensayos por las tardes, y con solo mis compañeros y dos profesores delante ya me ponía nerviosa. Pensé por un momento en no hacerlo, pero realmente no merecía la pena suspender la asignatura por no hacer un teatro de un minuto.

Pero un día, nos dieron, creo, que la mayor sorpresa de todo el curso. ¡No teníamos que actuar en público! Al parecer el proyecto había cambiado de ideas…. Ahora no teníamos que hacer ese teatro. Ahora teníamos que contar nuestra historia delante de una cámara, en la que nos grababan. En realidad también me daba vergüenza, pero prefería mucho antes eso, que actuar delante de mucha más gente.

Cuando llegue al instituto por la tarde, todo fue muy diferente a lo que yo me imaginaba. Era realmente increíble, como mis compañeras y compañeros se habían vestido, vamos es que parecían de aquella época.
Y por fin me tocaba que me grabaran, quería hacerlo para quitarme un peso de encima, cuando me senté ahí, en ese taburete con ese fondo marrón me entraron los nervios, pues tenía que hacerlo bien para tener buena nota. Cuando me explicaron qué tenía que hacer todo parecía fácil. Tan sólo tenía que seguir la mirada a la mano de Miguel, y de vez en cuando mirar a la cámara. Comencé a hablar pero sinceramente me pareció gracioso eso que estaba haciendo, estaba vestida de anciana, delante de una cámara con dos profesores, y siguiendo la mirada a la mano que iba del suelo al techo a uno de ellos. No pude aguantar, por lo que tuve que reírme. Con suerte la segunda vez lo hice bien y no me reí.

Pero ahí no terminaba el proyecto. Teníamos que ir vestidos de ancianos un día entero al instituto. Esta parte del proyecto, no me afectó mucho, pues pensé que no me daría vergüenza vestirme así, si mis compañeros también iban igual que yo vestidos.

Y llegó el gran día. Teníamos que vestirnos de ancianos. Cuando llegué y nos vestimos todo, nada más salir de clase, nos hicieron un comentario, el típico niño gracioso y chulito de primero de eso…nos dijo “¡os habéis confundido de día, hoy no es carnaval!” y a continuación todos sus compañeros rieron. Pero a nosotros no nos afectó, nos reímos también. A lo largo del día todo el mundo nos miraba, algunos se reían y otros miraban asombrados.

Fue una experiencia verdaderamente única, que deberíamos repetir algún día. Una experiencia, que antes de vivirla, una compañera y yo pensábamos que era una locura, y que lo íbamos a pasar fatal por la vergüenza, pero que luego, después de haber sentido lo que es estar así vestidos, hemos pensado que, ¡deberíamos ir así vestidos una semana entera!

sábado, 12 de marzo de 2011

"Para muestra un botón"

Todo comenzó a principios del mes de Diciembre, estábamos en clase de proyecto integrado con Miguel, nuestro profesor, y hablando de una Performance que hicieron mis compañeros el año pasado sobre los campos de concentración nazi le surgió la idea de hacer una con nosotros. En un principio nos preguntó si nos gustaría llevarla a cabo y si alguien no estaba de acuerdo pero todo el mundo guardó silencio y aceptamos el reto. Lo primero que pensé fue “puf otra idea de Miguel, yo no quiero hacer un teatro, que rollo”

Llegué a casa y le conté la idea a mi madre, por supuesto a ella le gustó mucho eso de que yo participara en una performance (primero tuve que explicarle que era eso de performance) yo me negaba, le decía que eso era hacer el ridículo, que mis compañeros se iban a reír de mí; pero no, me convenció de que era algo original y que sobre todo acabaría aprendiendo cosas nuevas.

La primera tares consistió en ojear todos los álbumes de fotos de mi madre, porque necesita una foto antigua cercana a los años 40 y encontré una muy particular ella cuando pequeña, en un campo y salía jugando. Esto también me sirvió para conocer muchas anécdotas suyas porque a la vez que veía las fotos ella me iba contando cositas de su infancia. La otra foto necesaria era de la profesión que yo iba a interpretar, de criada.

Otra tarea muy importante fue escribir la historia que íbamos a contar. En un principio pensé en inventármela pero mi madre me aconsejó y me dijo que fuese a ver a una señora que yo considero como mi abuela, que tenía una historia muy interesante y así fue una tarde decidí ir a su casa y anoté todo lo que me contó. De aquí surgió mi personaje.

Una cosa que no podía faltar era la ropa, de momento pensé en mi abuela, la única persona que me podía dejar ropa de esa época, le hizo mucha ilusión que yo le pidiera ayuda y después de rebuscar juntas en su ropero me decidí por un vestido negro.

En el mes de Febrero llegó nuestro primer ensayo, fue muy divertido actuar con todos mis compañeros y lo mejor es que no me sentí incómoda porque todos estábamos haciendo lo mismo. A la semana siguiente tuvimos el segundo ensayo y las cosas habían cambiado, Miguel nos contó que sería un poco aburrido contar todos unas historias muy parecidas y nos dio las nuevas indicaciones. El trabajo consistía en grabarnos contando nuestra historia, vestidos de la é poca y echarnos una serie de fotos. Luego con las grabaciones harían un vídeo y las fotos saldrían en la lengua trapera; pero lo peor es que teníamos que estar todo un día vestidos de los años 40 y comportándonos como en esos años: hablarle a todos de usted, prohibido las latas, móviles, papel de aluminio..etc.

Llegó el día más esperado, a las 8 de la mañana estábamos los dos bachilleratos vistiéndonos en la clase de Miguel, todo eran risas al mirarnos unos a otros vestidos tan “raros”, las niñas parecíamos abuelas y los niños unos hombres de campo con sus gorras de cuadro. Llegó el momento de encontrarnos con el resto de compañeros, sentí mucha vergüenza pero llegó el momento en el que me metí en mi papel y me daba igual que la gente se riese o se me quedara mirando porque yo me estaba divirtiendo mucho con mis compañeros. El momento del desayuno fue lo que más me gustó, por un lado al comer las dos clases juntas ya que eso no lo hacemos habitualmente y por otro lado porque estábamos comiendo de una forma muy particular, por un lado el chorizo y por otro el pan, con los cantaros de agua y las botellas de vino (llenas de coca-cola).

Gracias a esto que en un principio era una pérdida de tiempo y ahora ha sido toda una experiencia que me encantaría repetir, me siento muy orgullosa de este gran trabajo que entre todos hemos llevado a cabo, he aprendido como vivían mis abuelos, la pobreza que había en los años 40, pero sobre todo tengo la sensación de que a pesar de todos estos inconvenientes en aquella época se era más feliz que ahora, nuestras preocupaciones hoy en día son: mi coche está muy viejo, mi móvil no es táctil, no tengo la ropa de última moda, mi madre no me da más dinero para salir y ya decimos que no somos felices, antiguamente estas cosas no preocupaban para ellos lo más importante era que todos estaban unidos, que estuviesen sanos y tuviesen lo suficiente como para comer. Todo esto sin la ayuda de nuestros profesores Miguel y Jose Ángel no de hubiese llevado a cabo por eso le estamos agradecidos de su ayuda y de todo el tiempo que le han dedicado.